domingo, 13 de diciembre de 2009

La tranquilidad de la constancia


El mundo que observamos, el mundo que vivimos o al menos intentamos vivir, el mundo que nos da todo lo que tenemos siempre, y reitero, siempre está moviéndose, hacía delante, flaxeando hacia atrás , girando, cambiando de dirección y volviendo al retórico principio. Ese es el mundo… marea, ¿no?.

Todo cambia, aunque no lo queramos aceptar, incluso nosotros cambiamos constantemente, sin parar… a cada minuto hay algo nuevo en nosotros … en lo que nos rodea … en lo que nos roza al pasar por delante de nuestros ciegos ojos. Nuevo, diferente,… y porque no! , fascinante. Ese cambio da como resultado otro cambio llegando en su cambio constante a una lista infinita de cambios lejanos, pequeños, cercanos, gigantes,… entre si y en su misma esencia. Estos cambios hacen de nosotros lo que somos cada día y en cada instante. Definido así podemos parecer , incluso, complejos.

Pero en este batiburrillo de devenir constante que es la vida existe una constancia, una constante constancia que hace que nosotros nos mantengamos en un cambio constante pero sin perder nuestra esencia interna y poderosa. Muchos os preguntareis, ¿ Dónde está esa constancia? Y unos cuantos os contentareis a vosotros mismos refiriéndoos a una persona, normalmente a un ser querido. Pues no, vuestr@ novi@, vuestra madre, ese amigo al que tanto queréis no es la constante de vuestra vida, por una sencilla razón, no estuvo siempre… Apareció en un momento de la vida, antes o después pero no desde el infinito temporal.

La constante que nos mantiene es algo más etéreo, interior e incluso básica en su experiencia. Es tal vez por eso que muchas veces acabamos cayendo en una trampa buscando lo que denominamos nuestra esencia o si queréis… nuestra media naranja, nuestra base, nuestros cimientos,… la denominación es mera palabrería. No necesitamos en tanta profundidad a nadie, tan solo necesitamos encontrar esa constancia y mantenerla en nosotros el máximo tiempo posible.

Os diré un secreto, no puedes atrapar la esencia por siempre… siempre se escapa, desaparece, nos abandona, pero el truco, está en saber donde la encontraste y volver allí siempre que la pierdas. Allí estará esperando a que la vuelvas a descubrir para que de esta manera la sigas valorando como algo nuevo que perdiste y ansiabas recuperar. Ese deseo cumplido que te llena desde dentro y abajo hasta fuera cubriéndonos de tranquilidad y paz. Una tranquilidad tan fuerte que te agarra sin ahogarte para que no te desmorones en tus variaciones, en tus cambios.

Por ello os animo a todos a que miréis dentro de vosotros y os dejéis guiar por vuestro interior para encontrar vuestra esencia. No intentéis encontrarla donde queréis encontrarla, solo seguiros a vosotros mismos y os encontrareis con ella cuando menos os lo esperéis y en el lugar mas inóspito.

1 comentario:

  1. Estimada señorita:
    Puesto que ambos compartimos la misma atracción por la obra del genial autor alemán Michael Ende; Momo, es mi ilusión invitarla a leer mi humilde ensayo acerca del libro en cuestión, ejercicio que se prolongará a lo largo de varias semanas y que iré publicando en mi humilde blog.
    Espero que sea de su agrado este viaje, que lejos de ser únicamente expositivo también intentará ser interpretativo. Sobra decir que sus aportes enriquecerán esta sencilla labor de crítica literaria.

    ResponderEliminar